jueves, 26 de enero de 2012

El cerebro nos engaña

Hoy he vuelto a escuchar una flauta cuando andaba camino a casa. Por un momento he vuelto a creer que era Charlie. No ha pasado mucho tiempo desde su defunción y no he podido evitar alegrarme al oírla, lo he buscado por unos segundos esperando encontrarlo. Pero al momento volvía arecordar que eso ya no podía ser así, porque ya no se encuentra entre nosotros. Es extraño como a veces, el cerebro te engaña evocando recuerdos recientes que sabes que jamás volverán a suceder.
Estaba envuelto en mis pensamientos andando hacia casa y al escuchar la flauta he dicho: ¡Charlie! al levantar la mirada y mirar unos instantes a mi alrededor, he dicho para mis adentros que eso no era posible… sabia perfectamente porque. No es la primera vez que me pasa. Ya he pasado por varias situaciones similares en el tiempo transcurrido desde su muerte. Al oír la música de ese instrumento, busco su presencia. Lo bonito ha sido que durante un instante he sido feliz. Al recordar sus enérgicos abrazos, su risa gamberra y su forma alocada de vestir y de moverse, como si de un gran duende se tratara. Es de las pocas personas que he conocido, que realmente fueran puras, amables y sinceras. Triste al recordar los hechos que acontecieron y que ya no lo volveré a ver, pero lo primero es lo que cuenta, recordar siempre los momentos felices, para que esa persona siga viva en nuestros corazones. El se fue por que quiso y no creo que quiera que lo recordemos como algo trágico, aun que ese hecho también es inevitable. Y no es la primera vez que me pasa esto, supongo que no será la última. Cada vez que escuche el sonido de una flauta en la calle recordare a ese granujilla que vagaba por las calles de Ibiza tocando su instrumento, sin ganas de hacer daño a nadie. Siempre me queda al final la ilusión de que un día doblare la esquina y me lo encontrare allí tocando la flauta, como si nada hubiera pasado. Aun que sepa que eso no volvera a ser jamas.

domingo, 22 de enero de 2012

No somos animales domesticos

Soy un ciudadano de a pie como cualquier otro. Entiendo lo justo de
política, pero lo suficiente como para ver que nos manejan como quieren y nos
toman por idiotas. Nos dices que tenemos que apretarnos el cinturón cuando
ellos carecen de este. Ya que sus barrigas engordan día a día aguantando sus
pantalones. Cuando ellos viven ajenos a ello. Que tenemos que tomar medidas
drásticas para los tiempos que vienen, que hay que hacer recortes aquí y allá.
Lo que veo es algo que me cuestiono cada día que pasa y me provoca repulsa, y
desagrado. A medida que van saliendo a la luz las medidas que están tomando y
los recortes que están elaborando, de los cuales nos informan todos los medios
de comunicación. Recortes que “extrañamente” están afectando sobre todo a dos
de los sectores más importantes en nuestra sociedad, como es la educación y la
sanidad públicos. Seguro que ellos no carecen de estos dos servicios, ya que
nosotros pagamos sus gastos de nuestro propio bolsillo, su comida, los médicos;
incluso puede que personal ajeno a su familia que les limpie la casa y les haga
la comida. Y tengamos por seguro que dormirán con la conciencia tranquila, si
es que tienen, evidentemente. Hay plantas enteras cerradas en hospitales, en los
cuales los pacientes están en los pasillos del mismo; como si de un mueble
cualquiera se tratara, que no hay calefacción, se han suprimidos las fuentes de
algo tan necesario como es el agua. Que no es un capricho. En los centros de
enseñanza públicos, en algunos de ellos, se les ha pedido a los alumnos que
traigan papel de wáter; en otros que entre todos tendrán que ayudar a limpiar
la basura del patio porque no hay para pagar un servicio de limpieza. Algo ya
más grave es que no llegue el dinero para poder pagar la calefacción y la luz,
que las empresas de electricidad tengan que cortarla porque no se han pagado
las facturas desde hace unos meses, en otros tengan que ir abrigados hasta las
orejas porque no hay calefacción, llevándonos a unos extremos deplorables; que
no haya tinta para la fotocopiadora y que tengamos nosotros que pagar los
folios del material que los profesores nos entregan para estudiar. No pagamos
ya al principio una tasa para ello, no hemos pagado un dineral por los libros y
material necesario para nuestra enseñanza. Hiperbolizando la situación, si
quisiéramos estudiar en colegios privados estaríamos en ellos; pero no es el
caso. Veo todo esto y me siento furioso, saber que ellos sin pestañear si
quiera se suben el sueldo, como no, en una votación unánime, faltaría más.
Otros que se dedican a robar dinero público, para tomar estupefacientes, ir a
prostíbulos y porque no algo tan fastidiosamente imprescindible como tener una
escobilla de wáter por valor de trescientos setenta y cinco euros.
Conclusión: no somos animales domésticos. Los bancos has estado invirtiendo y
jugando al “póker” con nuestro dinero, metiéndose muchas veces en inversiones
que ni ellos mismo sabían donde se metían ¿Por qué tenemos que pagar ahora
nosotros por ellos? ¿Por qué no están en la cárcel los culpables? Como han
hecho en Islandia.